Nada aporta más calidez a una estancia que un buen fuego en torno al que relajarse. Más allá de su estética y de la manera de integrarlo en el ambiente, conviene tener en cuenta otras cuestiones prácticas tales como el rendimiento calorífico de la chimenea elegida, sus requisitos de instalación, el tipo de combustible más adecuado en cada caso o la facilidad de uso, limpieza y mantenimiento. La buena noticia es que cada vez son más las opciones que podemos encontrar, con mejores prestaciones y un rendimiento mucho más eficiente que el de los hogares tradicionales.
Expertos consultados
Antoni Massanet, gerente de Fumideco
Rosana del Pozo, de Shio Concept
Falsas creencias. Un fuego abierto tradicional ofrece un rendimiento bajo, ya que un importante porcentaje del calor producido se escapa por la chimenea junto con los humos y los gases de la combustión. Es por eso que se recomienda elegir modelos estancos, con puertas de cristal, para aumentar el rendimiento calorífico, que siempre será muy superior al de los modelos abiertos. “Sin ninguna duda, los hogares deben ser cerrados –dice Antoni Massanet–. Los abiertos no pasan de rendimientos en torno al 50%, mientras que los cerrados superan el 80% en leña y más del 90% en los sistemas de gas y pellet”. Estos últimos permiten también controlar el fuego con mayor precisión. Además, entre las novedades tecnológicas que incorporan, destacan los sistemas de doble combustión que, al utilizar los gases generados para producir más calor, no solo reducen las emisiones contaminantes, sino que ahorran combustible.
Sin embargo, si se opta por una chimenea de bioetanol, ésta debe ser abierta o semicerrada. “El bioetanol combustiona con oxígeno y lo necesita para poder quemar de forma apropiada. En cualquier caso, con los hogares semicerrados o con cristal obtendremos una mayor sensación de calor que con una chimenea abierta, que dispersa más el calor”, explica Rosana del Pozo.
Las chimeneas de leña son las más populares. Pero pese a la elegancia inigualable de sus llamas, las chimeneas de leña plantean algunas pegas, como el precio del combustible, el peso de la leña o, como cuenta Massanet, “que no es posible programar la temperatura ni tampoco los horarios de encendido”.
En todo caso, conviene también tener en cuenta cuestiones como que la combustión de la madera genera residuos, lo que obliga a una limpieza periódica. Por no hablar de los permisos. El principal es, sin duda, el permiso del ayuntamiento y la aprobación de la comunidad de propietarios –en caso de edificios de viviendas–, puesto que la salida de humos recorre las zonas comunes de la finca.
Revival vintage: Las cocinas de leña vuelven a la casa de campo
Con todas las ventajas de un modelo de leña pero un rendimiento energético de hasta el 95%, cada día cobran más relevancia los modelos de biomasa, alimentados por pellets (pequeños cilindros hechos de madera residual, serrines y virutas prensados sin ningún tipo de aditivo ni aglomerante). Se trata de un combustible totalmente ecológico y que se considera neutro en términos de emisiones de CO2 a la atmósfera.
Además, como este tipo de combustible apenas genera residuos en comparación con los de la leña, se trata de chimeneas que simplifican enormemente las tareas de limpieza y mantenimiento. El único inconveniente de este tipo de chimeneas es que “aunque resultan económicas en el consumo, la inversión inicial en el aparato es mucho mayor que si se opta por una chimenea de leña”, apunta Antoni Massanet.
Chimeneas de gas: Tipos, instalación y precios según dos expertos
Antoni Massanet considera que es importante calibrar la potencia de la chimenea en función de la estancia que se vaya a calentar. “Por regla general, y para una altura de techo normal, necesitaríamos aproximadamente 1KW de potencia por cada 10 metros cuadrados”.
Son muy interesantes las chimeneas calefactoras o termochimeneas, que incorporan un complemento en forma de depósito de agua con el que se distribuye el calor al resto de la vivienda a fin de disfrutar de agua caliente sanitaria. Su gran ventaja es que con el uso normal de la chimenea se puede llegar a calentar los radiadores de toda la vivienda y disfrutar de agua caliente sin gasto adicional.